Hoy en día quien continúe con el lema “Internet es el futuro” es que vive anclado en el pasado. Internet ha sido la revolución de este siglo y el uso generalizado, cada vez desde edades más tempranas, significa un verdadero cambio a nivel social: Internet es ahora, Internet es el presente. El salto de formatos físicos a digitales, la facilidad de acceso a contenidos y el amplio abanico de posibilidades que la red de redes brinda, crea más de un conflicto y más de un reproche, abriendo más la brecha entre estos jóvenes criados y educados por la inmediatez de contenidos y esas generaciones que vivimos todo el germen -no sólo del despegue tecnológico- del escenario hip hop que vivimos hoy en día. Uno de estos fenómenos que trae la controversia servida es lo que se ha denominado “base de Internet” y su asociado “todo lo que está online es de libre uso”. En pleno auge de “proto-artistas” que vienen reclamando su espacio en este gigante espectro de saturada escena, el primer fenómeno no consiste más que en: paso 1) escoger en ese gran catálogo que te brinda Google, 2) descargar algunos beats y 3) subir tu maqueta e incluir en los créditos “Base de Internet”, sin respetar la autoría del 50% de cada tema, es decir, la instrumental.
De la mano viene el hecho de otorgar de forma casi universal el libre uso de cualquier material subido a la red. Esto deslegitima a los productores de hacer beat tapes, ya que entran de manera automática en el catálogo de Google antes nombrado y queda en bandeja de aquellos que no tienen beats exclusivos mediante pago/colaboración. Para mí existe una gran diferencia entre bajar una película de Internet y verla, a bajar una película, doblarla, cambiarle el titulo y decir que es tuya (y de Internet). En mi opinión, ninguna excusa (falta de presupuesto/contactos, ¡y sobre todo de esfuerzo!) debe quitar a un músico lo más básico, que es la autoría de su música; todo el debate que genere a partir de ahí no es más que el pataleo de quien de un beneficio ha creado un derecho. Si me preguntas, es normal usar instrumentales que se han distribuido comercialmente (en los maxis, por ejemplo, aunque este formato vaya cayendo en desuso), porque de eso se han nutrido los conciertos hasta entrada la tecnología de “pinchar” mp3s/wavs, pero creo deshonesto usar instrumentales de trabajos que no están destinados “a ser rapeados”. ¿Alguna solución? Si Internet te pone a mano el material, también tienes el contacto con el autor; la falta del mismo no es más que el egoísmo de una escena cada vez peor educada e inmadura, saturada de “artistas” y escasa de público.
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