¿Raperos condenados a penas de prisión? ¿Tuiteros y humoristas inmersos en causas judiciales? Algo pasa con la libertad de expresión en España. En este reportaje repasaremos estos recientes casos y algunos ejemplos similares de otros países.
Por: F-MHop. Fotos archivo. Extraído del nº76 de la revista Hip Hop Life.
En los últimos tiempos se suceden los titulares de prensa en torno a juicios y acontecimientos antes nunca vistos en España desde el año 1975, cuando finalizó la dictadura franquista y se inició una nueva etapa política, que derivaría en un “estado social y democrático”, que traería nuevos derechos para los ciudadanos del país.
Entre esos derechos destacaba la libertad de expresión, algo que durante cuatro largas décadas estuvo en suspenso, con leyes que formalizaban la censura.
Ahora, otros 40 años después, cuando todo hacía pensar que la democracia debería estar consolidada, varios cantantes de rap han sido sometidos a juicio y condenados, también simples tuiteros, se retira una obra de ARCO (por “voluntad” de la galerista), se prohíbe la venta del libro “Fariña” (sobre el narcotráfico en Galicia), y a la revista de humor Mongolia le imponen una multa que puede suponer su clausura, por una portada dedicada a un famoso torero retirado.
En todo este marco, el hip hop es un sector especialmente afectado. Su carácter reivindicativo y rebelde le hace especialmente sensible a la aplicación de legislaciones que establecen nuevos tipos delictivos que alteran la interpretación de los límites de la libertad de expresión.
RESUMEN DE LO PUBLICADO
Valtonyc (huido al cierre de este artículo) ha sido condenado a tres años y medio de cárcel por tres delitos: injurias graves a la Corona, amenazas y enaltecimiento del terrorismo. También a pagar una indemnización de 3.000 euros a un político mallorquín citado en una de sus canciones. Poco antes respondía a la condena con una canción, “He comprendido” y un álbum, El Reincident, en el que se enfrentaba, intelectualmente, a las fuerzas del estado que le condenan.
Pablo Hásel ya acumulaba una condena de 2015 de dos años, por las letras de algunas de sus canciones y el contenido de algunos tuits. En marzo una nueva sentencia le sumaba dos años y un día de cárcel, y otro año permutable por una multa de 24.300 euros, lo que implicaba su entrada en prisión.
El rapper respondió volviendo a expresar las mismas opiniones en Twitter y con mensajes de reafirmación en sus convicciones.
A finales de 2017, otro juicio condenaba a los doce miembros del grupo La Insurgencia a años y un día de cárcel y 4.800 euros de multa, por sus canciones y vídeos en Internet.
César Strawberry, de Def Con Dos, fue condenado a un año de cárcel por varios tuits. Esta pena no supone entrada en prisión. Pero el artista, que está volcado en defender su inocencia, ha apelado al Tribunal Constitucional y está dispuesto a llegar al Tribunal Supremo de Bruselas. Esto último puede tener una gran trascendencia, pues si ese tribunal le diera la razón, obligaría a la justicia española a revisar un gran número de sentencias parecidas que han recibido tuiteros anónimos.
Pero, ¿por qué se están sucediendo este tipo de juicios en los últimos tiempos? ¿No había letras reivindicativas de contenido similar anteriormente?
En nuestro número anterior de Hip Hop Life ya tratamos esta cuestión y ahora vamos a dar una nueva perspectiva, repasando algunos hechos históricos donde la música y el poder político chocaron de frente.
LA MÚSICA ES EL CAMBIO
La combinación de emotividad y mensaje que la música tiene, le otorga una efectividad singular. Le permite llevar unas ideas en unos pocos minutos a cualquier tipo de persona, sin importar su nivel cultural, ni la necesidad de que dedique un buen número de horas leyendo un libro o investigando un tema.
Los poderosos lo saben y por ello son muchos los momentos de la historia en los que esa preocupación se ha transformado en acción directa sobre determinados artistas. Vamos a mostrar varios casos, algunos con respuestas más suaves de las que ahora se están produciendo en España, otros de una contundencia atroz.
EL RAP INQUIETA FRANCIA
El dúo francés de hip hop Suprême NTM ya estaba en el punto de mira de las autoridades por el contenido de sus letras, cuando en uno de sus conciertos hicieron una proclama contra los mismos policías que velaban por la seguridad del mismo. Recibieron una denuncia que los llevaría a juicio y a ser condenados con una multa por injurias de 45.500 €, seis meses de prisión y la prohibición de cantar durante otros seis meses.
Aunque no llegaron a entrar en prisión, la condena causó una gran polémica en Francia y se inició un debate público sobre los límites de la libertad de expresión.
USA FOR THE CHILDREN?
Un buen día de 1984, Tipper Gore, mujer del futuro candidato a presidente Al Gore, estaba con su hija escuchando música, cuando quedó escandalizada por la letra de la canción “Darlin Nikki” de Prince. Investigó en otros artistas del momento y en ese momento tomó la iniciativa de convencer a un buen número de mujeres de congresistas para fundar el Centro de Recursos Musicales de Padres, con el objetivo de prohibir la venta de discos que contuvieran referencias al sexo, la violencia, el ocultismo o las drogas.
Aquello evolucionó hasta que se produjo una vista en el Senado de los Estados Unidos al año siguiente, en el que esta asociación de un lado y un puñado de artistas del otro, defendieron posturas contrapuestas.
Finalmente, no se crearon leyes para prohibir la venta de discos por sus letras, pero se creó la etiqueta “Parental Advisory: Explicit Content”, que desde entonces se ha podido ver (con alguna variación en el lema) en innumerables álbumes de heavy metal, punk, hardcore o hip hop.
Ciertas canciones que causaron un gran impacto social, como “Fuck tha police” de NWA o “Cop Killer” de Body Count, recibieron boicots de diversos tipos, pero nunca se inició ningún proceso judicial contra sus autores.
Víctor Jara: torturado y asesinado por sus canciones
En los años 70 el mundo estaba dividido en dos polos políticos contrapuestos. De una parte, el monolítico bloque comunista liderado por la Unión Soviética. Del otro Estados Unidos con su capitalismo, alardeando de democracia, mientras defendía a toda costa su ámbito de influencia.
En ese ambiente, la llegada al poder en Chile de Salvador Allende encendió todas las alarmas en los Estados Unidos. Este político era un líder de izquierdas, que había llegado al poder por vía democrática y quería iniciar una tercera vía, que aunara las virtudes del socialismo con el respeto de las libertades individuales.
Desde ese momento Estados Unidos se volcó en desestabilizar el país, apoyando a los grupos de extrema derecha. Como reacción, las clases populares y los intelectuales apoyaron al nuevo gobierno.
Y entre esos intelectuales estaba un director de teatro y músico, llamado Víctor Jara, que evidenció un grandísimo talento para canalizar las inquietudes de las clases populares en sus canciones. Se hizo muy célebre y sus canciones calaron en la gente.
El 11 de septiembre de 1973 se produjo un golpe de estado, al que siguió una terrible represión, en la que hubo miles de detenidos y desaparecidos.
Cuando apresaron a Víctor Jara, le separaron del resto de los presos y lo torturaron con una saña especial, mientras multitud de mandos del bloque golpista le visitaban para ver como sufría. Incluso cuando decidieron matarle, jugaron a la ruleta rusa con él y le descerrajaron más de 40 disparos.
Aún así, logró escribir sus últimas rimas y hacérselas llegar a otro detenido: “Canto que mal que sales / Cuando tengo que cantar espanto / Espanto como el que vivo / Espanto como el que muero».
EL RAÏ EN EL PUNTO DE MIRA
El räi es uno de los géneros de la música argelina que más éxito ha logrado en occidente. Su historia comienza a principios del siglo XX, pero cobra relevancia en los años 80, cuando comenzaron a incorporarse sintetizadores y cajas de ritmo, a la vez que aparecía una nueva generación de jóvenes cantantes, que expresaban en sus letras los deseos de libertad personal y justicia social.
El estilo logró tal aceptación entre la juventud en el país, y tal proyección internacional, que el gobierno de Argelia decidió darle el título simbólico de “Música nacional”. Ante esto, los sectores islamistas más intolerantes iniciaron una serie de secuestros, tiroteos y degollamientos a las principales figura género. Ante esta situación, una parte de los artistas decidieron marcharse del país y otros optaron por retirarse.
DESDE ARABIA CON HIP HOP
Los países árabes están atravesando una etapa de inestabilidad política grandísima, con revueltas sociales, guerra, terrorismo y un destino incierto.
En 2010 hubo un momento esperanzador, en lo que denominó la “Primavera árabe”, cuando el pueblo de varios países se levantó contra sus dirigentes, reivindicando pan y libertad.
Una fecha simbólica fue la del 17 de diciembre de 2010, cuando un joven de Túnez se quemó a lo bonzo para denunciar que las autoridades le habían confiscado injustamente el carrito con el que vendía fruta para sacar adelante a su familia. En ese momento, se produjo la primera revuelta que luego se extendería por otros países.
Una semana más tarde, los servicios de seguridad detuvieron a un MC llamado El Général, por una canción de denuncia social que pocos días antes había subido a YouTube. En ella decía “Sr. Presidente, su pueblo se está muriendo, la gente come basura, mire lo que está pasando, miseria por todos lados / Sr. Presidente, hablo sin miedo, aunque sé que me voy a meter en líos, veo injusticia por todas partes”.
Desde entonces el hip hop ha jugado un papel relevante en estos tempestuosos tiempos que sufren esos países. La juventud utiliza el rap como vía de escape y denuncia, describiendo los horrores de la guerra y las injusticias, con pocos medios, pero de forma muy efectiva, al combinar el hip hop con las nuevas tecnologías.
Estos artistas tienen que grabar y difundir su música de manera clandestina, las autoridades están tras ellos. Y por otra parte el ISIS les reprime si están del otro lado o bien intenta usar la fuerza del rap para sus fines, con canciones que defienden sus objetivos y sus crueles métodos.
Como ejemplo de lo complicado que es ser MC en esa zona, se puede citar el caso del artista sirio Ibrahim Qashoush, que grabó la canción “Yallah irhal ya Bashar”, en la que criticaba al presidente Bashar al-Assad. El 4 de julio de 2012 apareció asesinado, con un boquete en el cuello, por donde le habían arrancado sus cuerdas vocales.