Es una pena, una verdadera lástima, cuando un cantante/grupo dan la talla de sobremanera pero el sonido de la sala no está al altura del concierto. Y eso fue lo que ocurrió el pasado 20 de febrero en la céntrica sala But madrileña, donde tanto Tote King como Shotta, Mad División y Kasta ofrecieron un espectáculo sobresaliente que casi queda empañado por los fallos en el sonido. Pero ni eso pudo con la fuerza que entraña «78».
Texto por Alfonso Gil Royo. Fotos por Antonio García Amengual
Pero empecemos desde el principio, desde que el extremeño Kasta y Mad División calentaron con buena nota al puntual (algo extraño) público madrileño. A destacar la sobriedad mostrada por Dkila y Vikbass (MD), quienes demostraron una tremenda energía (sin apoyos ni colaboraciones) ofreciendo su trabajo «Para mis Lions», un excelente combo de rap y reggae con el quedó a la vista el gran talento de la voz de Dkila. Resultó extraño que no saliese Morodo a cantar su feat y en su lugar se pusiese su voz del tema original, pero suponemos que son cosas del caché y del directo que no desmerecieron la labor realizada por los madrileños.
Tras los hombres de Mad91, salió a escena un aclamado Tote King, acompañado por su hermano Shotta y de Dj Nexxa, y algo quedó claro desde el principio: «78» es un disco que suena de maravilla en directo. Los beats de su nuevo disco son potentes, gordos, y Tote ya no es aquel Mc que se quedaba sin voz en el cuarto tema, y así lo demostró con un inicio de concierto explosivo en el que los temas de este nuevo disco fueron los protagonistas hasta que «Ni de ellos ni de ellas» nos recordó que Tote ya era un grande también antes de último álbum. Sería difícil destacar un sólo momento de un concierto en el que sonaron clásicos de la carrera del sevillano como «Matemáticas, «Ahora vivo de esto» o «Aquí te pillo aquí temazo» (entre muchos otros), pero a nivel personal destacaría por encima del resto «Robocordones» y «Ya no me enfado» dos canciones que desbordan energía y hacen saltar al público por encima de sus posibilidades.
Lo cierto es que fue un concierto sin altibajos (exceptuando los momentos en los que fallaban la voz de los micros), un espectáculo de puro rap sin experimentos con el que Tote demostró que está muy en forma. Y que seguramente llegó a su punto más álgido cuando comenzaron a salir las colaboraciones del disco a la tarima, entre las que nos quedamos con Swan Fyahbwoy y Morodo (ahora sí, se estaba reservando), dos ilustres que jugaban en casa y que dieron un toque distinto y fresco al directo. Y que finalizó con el éxito de Shotta «Felicidad», un bonito gesto de Tote para con su hermano, quien, por cierto, también estuvo sobresaliente durante todo el concierto.
No así la organización de la sala But (cortando el sonido sin que Tote pudiese casi ni despedirse) ni su sonido, suspenso rotundos para ellos. En una noche en la que el de La Macarena demostró que «78» no sólo es un disco cargado de ingenio y acidez, sino que también es una auténtica bomba para los directos. Y gracias a él «el rey » ha recuperado su esencia y, en consecuencia, su corona (si es que alguna vez la había perdido).