Si vienes a Barcelona buscando solo paella y sangría… bueno, no pasa nada, pero te estás perdiendo lo mejor del menú. Aquí no todo son tapas para guiris. La comida catalana tiene carácter, como una abuela que te regaña pero luego te da croquetas. Así que ponte el babero (aunque nadie use eso ya) y prepárate para una ruta gastronómica con más aceite que una freidora de feria.

Pan con tomate: el invento más simple y más genial de la historia

Sí, has leído bien. Pan. Tomate. Aceite de oliva. Y sal. Fin. Se llama «pa amb tomàquet», y si le preguntas a un catalán cómo se hace, te va a mirar como si le preguntaras cómo se respira. Porque esto no se aprende, se hereda.

El truco está en restregar el tomate con fuerza bruta sobre el pan tostado, como si quisieras vengarte de tu ex. Luego un chorrito de aceite, sal, y venga, ya tienes el desayuno, el acompañamiento, la cena, y si hace falta, una cena romántica.

Calçots: el vegetal que te obliga a comer con babero (este sí)

Los calçots son una especie de cebolla larga que se comen entre enero y marzo. Se asan a la brasa, se ponen bien negritos por fuera y se pelan con las manos. ¿Lo mejor? Mojarlos en salsa romesco (esa salsa roja que no sabes qué lleva, pero está buenísima).

Esto no es una comida, es una actividad de riesgo. Sales con las manos negras, la cara naranja, olor a humo y la ropa para tirar. Pero qué felices somos. Hay calçotades donde la gente se pone a comer como si fuera la última cena… y a veces lo parece.

Escudella i carn d’olla: el cocido con nombre raro

Si hace frío (o si simplemente tienes hambre de oso polar), lo que toca es una buena escudella. Esto es como un cocido pero versión hardcore. Lleva carne, verdura, garbanzos, pasta, y una cosa que se llama “pilota” (una especie de albóndiga gigante que parece un meteorito).

Primero te tomas la sopa con fideos. Luego todo lo demás. Y luego probablemente te eches una siesta de 3 horas porque no puedes moverte. Es comida de abuela catalana. Aquí no se viene a comer “ligero”, se viene a comer con respeto.

Crema catalana: el postre que cruje

Parece una crème brûlée francesa, pero no te confundas. ¡Esto es crema catalana, nen! Se hace con yema, leche, azúcar, canela y ralladura de limón. Pero lo importante viene al final: el azúcar por encima se quema con un hierro al rojo vivo o con soplete, creando esa capa crujiente que hace “crac” cuando la rompes con la cuchara.

Ese crujido es adictivo. Si te gusta tanto que empiezas a quemar azúcar en casa sin parar… bueno, ya no es mi culpa.

Comidas típicas de Barcelona que deberías probar al menos una vez en tu vida (aunque luego te arrepientas)