Barcelona tiene playa, modernismo, tapas, gente guapa y… tejados. Pero no cualquier tejado, no. Aquí se les llama “rooftops” (porque decir «terraza» ya no vende), y se han convertido en el nuevo templo del postureo, del vermut elevado y de los selfies con fondo bonito. Algunos son tan altos que te da miedo que se te caiga el móvil. Otros están tan de moda que hay más gente haciendo fotos que bebiendo.

La Dolce Vitae – lujo y piscina (que no puedes tocar)

En lo alto del Hotel Majestic, en pleno Passeig de Gràcia, está La Dolce Vitae, una de esas terrazas donde cada silla parece reservada desde 2012. Subes en ascensor con olor a champán invisible y al llegar te reciben como si fueras alguien famoso que no reconocen del todo.

Las vistas son una locura: ves la Sagrada Família, el Tibidabo, el mar, todo. Lo malo: el precio del mojito da vértigo (como 19 euros con IVA y drama incluido). La piscina está ahí, tentadora, azulísima… pero solo para huéspedes, así que te toca mirarla con deseo y sudar con glamour.

83.3 Terrace Bar – la torre del sushi con vistas

Encima del hotel Royal Passeig de Gràcia está el 83.3 Terrace Bar, nombre que parece contraseña de wifi pero es una joya visual. Es una de las terrazas más altas de la zona y tiene mesas con vistas panorámicas de casi 360 grados. La Sagrada Família la ves tan cerca que puedes contar los andamios.

Aquí no hay DJs ni bengalas, pero hay sushi decente y cócteles con nombres raros como “Sunset in Gràcia” o “Gaudí’s Punch”. A veces hay viento, así que sujétate el flequillo y las servilletas. Ideal para citas donde quieres impresionar pero sin que parezca que lo estás intentando mucho.

Terraza Ayre Rosellón – la favorita de Instagram

Si alguna vez has visto una foto de alguien desayunando con la Sagrada Família justo detrás y te has preguntado “¿cómo lo hacen?”, la respuesta es: se han colado (o han pagado) en la terraza del Ayre Hotel Rosellón. Este rooftop se ha vuelto viral, y claro, ahora tienes que reservar o dormir en el hotel para subir.

La vista es absurda. Parece un croma. Está tan cerca que puedes casi oler el cemento fresco. El sitio es tranquilo, con mesitas, cafés caros y ese silencio tenso de los que han venido solo a sacarse la foto. Hay gente que ni bebe, se hacen la foto y se van. Increíble, pero real.

Sky Bar del Grand Hotel Central – donde se liga en inglés

Este bar en la azotea del Grand Hotel Central es famoso por su piscina infinita que nunca se puede usar (otra vez, solo para huéspedes, ya te lo sabes). Pero lo que sí puedes hacer es tomarte un cóctel viendo cómo el sol se esconde detrás de los edificios antiguos del Born mientras escuchas acentos de medio planeta.

El ambiente es muy internacional: italianos guapos, americanas bronceadas, y algún barcelonés infiltrado haciéndose el turista. La música es chill, el ambiente es fancy sin ser repelente, y si tienes suerte… hasta ligas sin darte cuenta.

Rooftops en Barcelona: terrazas con vistas y precios de vértigo